El jueves 28 de abril leo en la Nueva España, como siempre, todo lo referido al concejo de Carreño y me encuentro con un artículo escrito por el periodista Braulio Fernández en el que entrevista a la periodista y escritora candasina Doña María Teresa Álvarez. La Sra. Álvarez, entre otras cosas, se lamenta de las “notas discordantes” de la Semana Santa candasina “cuando la banda de música local se ausentó cuando empezó a llover. Me quedé traumatizada, porque yo recuerdo al maestro Antuña con el agua chorreando por la cara, pero formando parte de la procesión. Me da pena que el domingo la banda no siguiese el mismo ejemplo”.
Sin duda, el estilo literario de la Sra. Álvarez es el épico, y sus palabras indican lo mucho que hubiera disfrutado viendo, por ejemplo, a los niños de ocho o diez años de la Banda de Música de Candás (BMC), o a sus elementos más veteranos, ya septuagenarios, chorreando agua en una gris mañana de Abril, siguiendo a la Virgen hasta la Iglesia de San Félix. Mientras, presumiblemente, ella, como el resto del pueblo y de cualquiera que tenga dos dedos de frente, se guarecía de la lluvia bajo la cubierta de su paraguas.
Se deduce, también, que le hubiera resultado gratificante observar cómo los instrumentos de los músicos de la BMC quedaban seriamente dañados, cuando no completamente inutilizados, por los importantes efectos destructivos que tiene la humedad, no digamos ya la exposición directa al agua, sobre un fagot, un clarinete, un oboe, un saxofón, una trompeta,... Probablemente, la Sra. Álvarez desconoce el coste de estos instrumentos. O, quizás, para su estatus económico, el desembolsar los cinco mil euros que cuesta un fagot o los más de diez mil euros por los que sale un oboe sea “peccata minuta”.
Igual, hasta le gusta imaginarse, a la Sra. Álvarez, cómo sería escuchar un concierto de Chopin al aire libre, con un gran piano de cola y orquesta, mientras caen chuzos de punta.
No le digo que no fuera emocionante, pero...los instrumentos de los integrantes de la BMC han sido adquiridos, unos, gracias al esfuerzo de los vecinos de Carreño, que con sus impuestos financian gran parte de las actividades de la BMC y, otros, con el esfuerzo de los propios músicos, que salvo el Director y los profesores de la Escuela de Música de la BMC, no perciben remuneración económica alguna y realizan esta actividad de un modo altruista, por afición, por amor a la música. Pero también por perpetuar una institución centenaria y por fomentar unas tradiciones que forman parte de la cultura del pueblo.
Y cuando digo “esfuerzo”, quiero decir que nos duele pagar lo que cuestan los instrumentos.
La Sra. Álvarez es un personaje público relevante y nos consta su valía. Como vecinos de Carreño nos sentimos orgullosos de los éxitos de nuestros paisanos. Pero debería de tener en cuenta que ser un personaje público conlleva responsabilidades, entre ellas la de pensar dos veces en lo que se dice antes de dañar la reputación de una institución, la Banda de Música de Candás, que siempre está en su sitio y que, ésta sí, siempre actúa con responsabilidad.
Invitamos a la Sra. Álvarez y a quien más lo desee a conocer más de cerca a la BMC: cómo ensayamos, de qué instalaciones disponemos, qué ambiente se respira en ellas. Le invitamos a todos los conciertos que damos en Candás y en otros diversos lugares. En definitiva, le invitamos a que conozca nuestro mundo, nuestras vivencias, nuestro disfrute, nuestro proceder. De esta manera, quizás se dé cuenta de que esa visión épica de los músicos de la BMC chorreando agua tras el paso de la Virgen, en realidad, no tiene ningún sentido.
Gonzalo Galiano Casas
Profesor de la Universidad de Oviedo y
Trombonista aficionado de la Banda de Música de Candás
No hay comentarios:
Publicar un comentario